¿VESTIGIOS DEL PASADO?
Durante el mes de noviembre del 2007 se llevaron a cabo una serie de actos organizados por la Sociedad Ateneo Musical de Sueca1 para celebrar el veinticinco aniversario de su fundación. Por su parte, la Sociedad Unión Musical de Sueca cuenta con una dilatada historia cuyos inicios sitúan algunas fuentes a principios del siglo XX, concretamente en 1915. Sin embargo, los criterios adoptados para sostener dicha argumentación necesitarían llevarse a reflexión y análisis. Ambas instituciones cuentan con agrupaciones engendradas desde la misma Sociedad musical y el interés y entusiasmo de simpatizantes. Ello trae a colación el epígrafe L’aficció per la música. El mestre Serrano del libro de J. Antoni Carrasquer Artal2 titulado Apunts per a una història de la cultura de Sueca,3 cuya referencia biográfica de algunos personajes nombrados aparece ampliada en otro libro suyo: Entre el record i l’oblit.4
Sin embargo, tomar la base de « […] la prosperidad económica conseguida por los labradores de Sueca»5 (Carrasquer, 1999,96) « […] como núcleo generador […] para la creación de un ambiente propicio para la aparición de nuevas demandas culturales a finales del siglo XIX»6, obviaría la importancia de acontecimientos de diversa índole (políticos,7 sanitarios,8 demográficos9 o de carácter asociacionista), instituciones o personas que con sus actos contribuyeron a consolidar el panorama cultural de finales del XIX aludido por Carrasquer, dando sentido a su expresión “l’aficció per la música” reflejada actualmente en la actividad de las sociedades musicales de Sueca.
Hablar de Sociedad musical implica el uso de sinónimos como asociación o colectivo, profundamente relacionados con la idea de institución (fundación, instauración, creación, organización, asociación). En todos estos términos subyace la visión de unos “actores” individuales que interactúan entre sí. Sin embargo, ante esta acción social, encontramos individuos que influyen (con sus actos y su presencia) en la institución de manera relevante y forman parte importante del “paisaje pictórico” de la vida musical de una sociedad.
En este contexto, es sencillo situar las palabras de J. Antonio Carrasquer «Les famílies Serrano i Silvestre tindran molt a veure amb l’interès social del poble suecà per la música», pero… ¿En qué medida contribuyó la actividad de Jóse Silvestre Tortajada, Juan Silvestre Ferragut10 o José Serrano Marí11 a definir la vida musical en su época?
Los diferentes ámbitos que pueden conformar la vida musical, hace obligada la acotación a la institución de la banda de música desestimando la posibilidad de un acercamiento en profundidad del entorno folclórico.
La presencia de José Silvestre Tortajada (Segorbe, 1818-Alzira, 1882), su hijo Juan Silvestre Ferragut (Sueca, 1860-1917) y José Serrano Marí (Sueca, 1846-1905) en las asociaciones lúdico-culturales12, actividades músico-teatrales13, periódicos o semanarios locales14, tradiciones festivas15 y, por supuesto, en la/s institución/es bandísticas, conllevan a sostener la premisa de la importancia de sus figuras en la configuración de la vida musical de su época.
El hecho que encontremos bandas, orquestas, coros, grupos de cámara… hace pensar que la realidad musical actual (a nivel de institución bandística) es el reflejo de una herencia de la época que estudiamos.
Así pues, argumentar la influencia que dichas personas ejercieron en la vida musical de Sueca a través de sus actos para la creación o/y pervivencia de instituciones supone una ardua tarea por la multiplicidad de eventos y personajes, además de la movilidad en diferentes ámbitos musicales en que actuaron los aludidos, pero que a la vez nos lleva a una visión enriquecedora de la vida musical en aquella época. Ciertamente, existe un reconocimiento, tal vez ignorado actualmente por la inmensa mayoría de sus conciudadanos, de su labor en el ámbito de la música instrumental de banda, pero no puede eludirse la incisión de éstos personajes en otros géneros como el caso de sus intentos en el ámbito lírico-teatral o religioso, aún sin desdeñar sus aportaciones, olvidadas en su totalidad, en el terreno compositivo.
La acotación a la institución bandística no es óbice para mantener la convicción de la especial contribución de nuestros “actores” en otros campos. Sin embargo, es, a través del ejercicio de sus actos, en la banda de música donde sus influencias pueden ser observadas mediante el establecimiento de unas “tradiciones musicales”, (algunas de las cuales perduran en la actualidad) referentes a la presencia en actos públicos de carácter religioso y corporativo, conciertos periódicos, etc.
Finalmente, pervivencia y consolidación giran en torno a la mayoría de los actos de los diferentes ámbitos en que se encuentran relacionados nuestros actores y, muy especialmente, aquellos que están vinculados con la institución bandística. Sin embargo, al tratarse de diferentes “actores”, lógicamente, los fines e intereses mostrarán una variabilidad que puede ser desvelada a partir de los datos.
Andreu de Sales Ferri Chulió16 recogía en la página 578 de su libro La Mare de Deu de Sales de Sueca, un acuerdo consistorial (dentro del capítulo de”Organistas” de la Iglesia Sant Pedro Apóstol) que con fecha de 10 de Abril de 1853 decía:
[…] Que consiguiente a lo prevenido en el reglamento de instrucción primaria respecto a la incompatibilidad en los Maestros redesempeñar otro destino a un tiempo que el Magisterio se estaba en el caso de hacer saber a D. Mariano Escorihuela obtase por uno de los dos cargos de maestro de escuela preparatoria o de Organista de esta Parroquial que actualmente ejercía, puesto que su solicitud al Reverendo Clero para la admisión de un sustituto en el destino de organista y decreto de concesión, no le eximía de la disposición legal que establece la incompatibilidad de ambos cargos. En su virtud la Corporación acordó: Hágase saber al referido Escorihuela obte en la forma propuesta […] (Ferri, 1994, 578).
La separación de cargos o tareas (la división del trabajo) quedaba definida mediante la creación de un puesto exclusivo de organista, por lo que no tardaron en aparecer interesados. En el año de 1854 el puesto de organista era ocupado por José Silvestre Tortajada, quien también aparece como perceptor de la música de capilla y de la banda militar, en esté último caso bajo el sobrenombre de “músico mayor”. Silvestre Tortajada era natural de Segorbe y, seguramente, se formó en aquella ciudad, trasladándose a Sueca para desempeñar el cargo antes mencionado. Tal como refiere Vicente Galbis, « […] El organista con el que contaban todos los pueblos (que solía ser el maestro de escuela), también debió impulsar estos grupos instumentales para demostrar su valía […] » (Galbis, 1991, 273).
El ser admitido en una comunidad con muchos inmigrantes temporales, pasaba por una serie de requisitos que Silvestre Tortajada debió entender; pues, musicalmente, se brindó la posibilidad en la misma iglesia como “maestro de capilla” (los sochantres están estrechamente vinculados a los quehaceres de la Iglesia), y, socialmente, lo consiguió al año siguiente de su llegada (1855) mediante la unión matrimonial con una vecina de Sueca. Tan solo faltaba su integración en el plano de lo que podríamos denominar cultural-asociacionista, y eso llegó tan pronto pudo, con la dirección de la banda.
Sin embargo, el año de 1855 debió ser para la banda un año de turbulencias y cierta tensión interna con conatos de inestabilidad en la dirección de la agrupación dado que los dos documentos encontrados sobre los actos realizados por la banda de música son firmados por José Matoses17 en conceptos de banda de música para la función de Nuestra Señora de Sales y por las “fiestas de gracia”18 (en las cuales ayudó a cantar) indicando los días 25 y 26 de noviembre. Así, la información documental permite descubrir la extensión participativa de la banda, al tiempo que una implicación de personas que años antes ya están vinculadas con el entorno musical como el caso de Matoses.
Por otra parte, observamos otra característica de las agrupaciones musicales, tanto instrumentales (bandas y orquestas) como vocales, en el hecho de contratar foráneos (o incluso la mayor parte de la agrupación) para los diferentes actos, evidente en un documento del año de 1855 referente a la percepción de “músicos de capilla” de Valencia o al caso de una “gratificación a un violín por quedarse”.19
En relación con esta característica de “importación”, se atisba la multiplicidad de tareas relacionadas con el mundo musical como es el caso de Silvestre Tortajada que ejerce de “conductor” de músicos forasteros y suponemos que también de “relaciones públicas” o intermediario.20 Con todo, este año (1856) José Silvestre percibe por “los derechos de la orquesta”.21
La mixtura de la contratación de músicos foráneos y una formación orquestal de la ciudad, adquiere credibilidad a tenor del documento perteneciente al año 185722 que también es firmado por José Silvestre, extendiendo así su radio de tareas al añadir a los cargos de organista, director de banda, director de orquesta, intermediario y quién sabe si otras cosas más.
Asimismo, es significativo otro dato y es el de la manutención, que probablemente se realizara en casas de los propios vecinos y/o miembros de la banda, práctica que podemos observar hoy todavía en intercambios de asociaciones culturales diversas, y que en aquella época era tan primordial como el hecho de percibir remuneración por cualquier trabajo “extra” o que conllevase una dedicación fuera de la vida cotidiana. Para dar un ejemplo: los documentos muestran el pago a personas por enseñar los bailes o danzas que debían ejecutarse en la procesión de la patrona.23
En los años 1858 y 1859, Silvestre Tortajada seguirá percibiendo por la banda, la orquesta y el alojamiento, al tiempo que observamos la extensión del ámbito de actuación de la banda al participar en las fiestas de los patronos Abdón y Senén que tienen lugar en la última semana del mes de Julio y que tradicionalmente se convertía en una romería a la conocida “Mutanyeta dels Sants”.24
Desconocemos que pasó en 1860, pues los documentos aluden a la presencia de una orquesta y capilla desde Valencia a cargo de Carlos Llorens (1821-1862) director, pedagogo, compositor y omnipresente personaje de la vida musical valenciana en varios contextos: lírico, pedagógico y, especialmente, en el apartado de la música instrumental. Asimismo, los recibos de conductores refieren al transporte de músicos de la población de Benifayó.
Ya en el año de 1861 aparece Antonio Torres, responsable de la banda de Xàtiva, percibiendo como director de la banda y la orquesta, responsable de la banda de Xàtiva, tal como señalan los justificantes expedidos a nombre de los conductores de medios de transporte ecuestre en conformidad por la percepción de servicios. De igual modo, aparecen referencias de conducción de músicos a la población de Algemesí tal como se detalla en los recibos correspondientes a los años de 1862 y 1863 pertenecientes a los movimientos dinerarios destinados a las fiestas. Ante ésta situación, no extraña que Silvestre Tortajada se encuentre ausente entre los aludidos documentalmente durante estas anualidades y tan sólo volverá a aparecer en 1865 y 1866.
Entre los años 1857-1864 van a ver la luz diferentes asociaciones que se verán eclipsadas por el nacimiento en 1869 del “Ateneo Sueco del Socorro”25 que estará relacionado con la puesta en marcha de las ideas de nuevo protagonista: José Serrano Marí y la fundación de una banda, de igual manera que también guardará estrecha relación con otro protagonista que entrará en escena algunos años más tarde: Juan Silvestre Ferragut.
Sin embargo, interesa aquí destacar una serie de factores sociales que interactúan y afectan directamente al decurso del ámbito bandístico. Esto es de tal forma que debemos resaltar lo que a través de la exposición se viene conjeturando, a saber: los miembros que componen las agrupaciones o sociedades entorno de la música de banda (evidentemente de carácter amateur) forman parte de una sociedad con la que se interrelacionan en diferentes espacios (laboral, cultural, recreativo, familiar…), con ideologías e intereses particulares y que, por consiguiente, inciden en el marco de este tipo de agrupaciones.
Por otra parte, se ha visto que las agrupaciones musicales se encuentran auspiciadas por las asociaciones o la política consistorial en materia intervencionista y subsidiaria, si bien esta última exige unas contraprestaciones como, por ejemplo, suministrar a la banda de música petróleo para los ensayos que haga la misma obligándose aquella a hacer gratis todos los actos, como los viáticos y otros, retribuyéndoles en el caso de alguna función de mucho quehacer.26
Es ésta una época donde la vecindad local (y por ende la raíces familiares), el destino laboral, la ideología… juegan un papel importante en la vinculación a determinadas actividades que se desarrollan dentro del espacio social de la localidad como es el caso de las asociaciones de diverso tipo. Dentro de este marco emerge la figura de José Serrano Marí.
En 1872 encontramos a Serrano Marí al frente de la Sociedad Filarmónica27, pero ello no es fruto de la casualidad. Su padre era conocido como “El trovador de la cítara” acostumbrado a la participación en veladas domésticas, tal como señala Carrasquer en la reseña biográfica de éste. Estudió piano y violín (probablemente tuvo a José Silvestre Tortajada como maestro) y compaginaba su labor de contable en un molino arrocero con una amplia variedad de actividades artísticas, mostrándose como un personaje ciertamente polifacético, pues a la polivalencia ofrecida en el campo de la música habría que sumarle sus incursiones en la poesía, en la literatura periódica como colaborador e incluso su gusto por decorar pictóricamente las portadas de sus partituras con dibujos alusivos. Todo lo cual le procuraría relación social y reconocimiento local.
Contando con este marco, no sorprende que Serrano Marí esté relacionado con el entorno asociativo de la música. Sin embargo, en los años que siguieron, su signatura se encuentra relacionada con « la música de orquesta en los actos…» y no encontramos vestigios de la agrupación bandística o “Sociedad Filarmónica” a partir de 1874.
En el programa de fiestas de 1889 advertimos novedades interesantes. De una parte, la contratación de cantantes y bandas de relevancia como muestra de un carácter de “apertura” y relación con otras comunidades vecinales que pretende dar un signo de modernidad. Por otra parte, una proliferación de actos con presencia de música bandística.
Este creciente interés por la cultura en general y por la música en particular quedará reflejado en dos momentos concretos: en 1885 se procede a la construcción de un nuevo teatro y en 1893 se acordará en la sala capitular un contrato con la banda de música de la villa representada por José Serrano Marí.
El documento clasificado como expediente de varias páginas resulta interesante para el conocimiento de la vida musical de carácter bandístico de la época.
Así, el punto tercero señala:
[…] asistir a las manifestaciones que puedan tener lugar por acontecimientos extraordinarios, dar serenatas cuando se juzgue oportuno el Señor Alcalde por la venida a esta población de algún alto personaje y prestar sus servicios en todos los casos análogos que puedan ocurrir28 […]
Este aspecto manifiesta una práctica vigente en el régimen de acuerdos que se establecen entre corporación municipal y sociedades musicales en la actualidad; sin embargo se asiste en el presente a un variación en el concordato al estipular cláusulas más detalladas tales como las serenatas o conciertos que se juzguen oportunos, preferentemente en los eventos sonoros que han de presidir los diferentes actos de las fiestas patronales.
Por otra parte, la concreción de serenatas o conciertos obligaba al manejo de un amplio repertorio para acometer la programación anual a la vez que, estímulo de lo anterior, ofrecía la posibilidad de incorporar piezas de nueva creación. En este sentido, puede decirse que José Serrano Marí contribuyó de manera espectacular en la innovación de un repertorio con piezas fruto de su cualidad creativa.
La producción de José Serrano Marí se halla inédita casi en su totalidad y el archivo es de carácter privado. Este legado no está clasificado y tan sólo se halla localizada una parte depositada en el archivo familiar que dispone uno de sus herederos, aunque no se descarta la posibilidad de mayor producción en manos de los otros herederos dado que el legado total fue repartido entre la totalidad de estos después de la muerte de Serrano Simeón, poseedor de la herencia artística en su momento.
En el repertorio de José Serrano Marí pueden advertirse las características que se han mencionado con anterioridad al aludir a la figura del suecano, y cuya interpretación (por el uso del papel al dejar huella de las imprentas dactilares) debió llevarse a cabo en diferentes actos como los mencionados anteriormente. A pesar de ello, se halla ausente de la práctica interpretativa actual y denota su indiferencia existencial para las agrupaciones musicales presentes en Sueca en la actualidad.
Efectivamente, de manera sorpresiva, encontramos poco más de cincuenta piezas de José Serrano Marí a tenor de la búsqueda de información sobre dicho personaje. Estas presentan títulos altamente significativos, dedicatorios y en muchas ocasiones alusivos a la idea expresiva del compositor o al carácter de la pieza. Así, una exploración visual general del material permite obtener información que nos ayuda a “recrear” este aspecto de la vida musical.
Aspectos como la instrumentación, el “tempo” descrito por el compositor o los títulos denotan el uso y entorno interpretativo a partir de la extrapolación de estos aspectos, ya que el conjunto de la obra es muy variado dado que la producción atiende al ámbito religioso, teatral y camerístico tanto en la vertiente instrumental como en la vocal.
Muestra una dificultad para su clasificación el hecho que la mayoría de las piezas no dispongan de datación precisa sobre su composición, aunque algunos números anotados en las portadas o primera hoja del guión permitan una ordenación cronológica de carácter orientativo.
En el tratamiento del material destinado a banda, predominan las piezas que tienen su origen en la danza y el baile de diferentes países europeos y latinoamericanos, puestos en boga en contextos concretos durante el XIX como es el caso de Polcas, mazurcas, tangos… y aquellos que se asocian con recorridos (pasacalles). Sin embargo, no renuncia a intentar piezas como “Sinfonías para banda” o de cierta libertad formal.
En las dedicatorias (muchas de ellas la llevan) puede adivinarse un recorrido por su vida musical que posibilita un reflejo de la vida de la localidad. En este sentido, llama la atención el hecho de los conciertos domésticos “entre amigos”, las alumnas o la defensa acerca de calumnias.
Con todo, es patente el predominio de la producción de ámbito profano y el destinado a su interpretación por parte de una banda de música, claro síntoma de su dedicación a este tipo de manifestación que se muestra claramente predominante entre las entidades musicales de la actual ciudad de Sueca.
El interés de la corporación municipal por el ámbito de la música, de igual modo que ocurriera casi cinco lustros atrás a pesar que en aquella ocasión tuviese distinta intencionalidad, queda plasmado también en la contratación de bandas foráneas como la de vecina localidad de Riola y la del Regimiento de Infantería de Tetuán para las festividades del año 1889 o la concurrencia en el año de 1894 de la banda de música “Centro Artístico Musical” de Torrent premiada ese mismo año en el Certamen de la Feria de Julio celebrado en Valencia.29 De igual modo, puede detectarse este afán de otorgar mayor protagonismo a eventos sonoros a través de la inclusión, cada vez en mayor medida, de actos con participación musical, bien en desfiles o bien en serenatas y conciertos.
Sin embargo, la alcaldía también tuvo que dirimir cuestiones ciertamente arduas derivadas de éste interés aliciente sonoro al ver la luz una nueva agrupación musical nacida bajo el impulso de Juan Silvestre Ferragut, hijo de José Silvestre Tortajada, aludido con anterioridad y protagonista en las décadas de los cincuenta y sesenta de este decimonónico.
El nacimiento de la banda “La Artística” en 1898 provocó una encendida polémica que llevó a la rescisión del contrato entre la banda dirigida por Serrano Marí y el ayuntamiento al tiempo que condujo a la división del haber presupuestario destinado a la música y, lógicamente, a la distribución de actos entre las dos sociedades musicales.
No debería extrañar, pues, que el contexto actual relativo a la música de banda o sociedades musicales reproduzca fotogramas habidos hace ya más de una centuria, aunque la refundición acaecida algunos años después, en el año de1908, en aquella ocasión asemeje bastante más sencilla que la complejidad de tal resolución en nuestra era. La personalidad que han adquirido ambas entidades en la cultura y sociedad de Sueca vaticina un desenlace distinto al sucedido en la anualidad señalada.
Aun cuando en Sueca y durante la segunda mitad del siglo XIX la/s banda/s tuvieron, y tienen en la actualidad, un marcado protagonismo no debe obviarse la importante labor contributiva de espacios y eventos distintos para el esbozo del paisaje sonoro que pudiera perfilarse en la ciudad ribereña de la provincia de Valencia. Es más, puede concluirse que pervivencia y consolidación por un lado, y soterramiento y restauración por otro, giran en torno a la mayoría de los actos de los diferentes ámbitos en que se encuentran relacionados la totalidad de nuestros actores sin que pueda desvincularse de todo ello la injerencia consistorial, la explosión asociacionista o la recepción social de cada uno de los protagonistas.
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